Johanna Rodriguez (2014)
"Participar
en el seminario de periodismo de Bigott
me permitió empezar a practicar el periodismo desde una perspectiva
diferente; dejé de ver tan cuadrado el arte de escribir para darme la libertad
de echar el cuento, haciendo más amistoso e interesante el relato.
Aprendí
que no son necesarias las comillas para darle veracidad a mi historia y que un
suceso puede ser abordado con miradas distintas a las tradicionales, a las que
nos acostumbramos escudados en la rapidez con la cual se desarrolla cada
jornada en la sala de redacción.
El
taller me hizo consiente de modismos que aceptamos sin chistar, aunque no
tengan lógica y a deslastrarme de frases pavosas como “jamás imaginó que
moriría ese día” (ahora me pregunto quién carrizo va por la vida pensando que
va a morir).
Me dejó
un kilito adicional gracias a las comelonas que buscaban mantener activos los
atiborrados cerebros de los periodistas, a quienes nos voltearon la fórmula del
periodismo tradicional y sumé contactos a mi teléfono gracias a los
profesionales con los que compartí durante una semana desayunos, meriendas,
almuerzos, meriendas y más meriendas en medio de tecleos indiscretos que ponían
en alerta a nuestros facilitadores mientras explicaban cómo narrar y describir
una escena, poniendo a volar la imaginación del lector.
Entendí
que hay escritos antieróticos, que existe una mirada y que siempre hay una
historia que contar".
Liza López (2006)
“Tuve el honor de participar en el primer taller de crónicas de la Bigott, con los maestros Alberto Salcedo Ramos y Leila Guerriero. Fue una oportunidad que pude compartir junto mi gran amiga y colega Sandra La Fuente, y en esos días, terminamos de conceptualizar nuestro proyecto de la revista Marcapasos. Le presentamos los primeros bocetos a Alberto y nos dio sus mejores consejos para cristalizar lo que meses después se convirtió en una publicación dedicada a contar historias desde el periodismo narrativo. Desde entonces, establecimos un vínculo entrañable con estos dos maestros, el cual hemos podido nutrir en diversos encuentros de cronistas, tanto en el exterior como en Venezuela. Aquel taller nos impulsó a seguir el camino de la crónica como nuestra mejor manera de vivir y sentir el periodismo en el que creemos”.
Arnaldo E. Valero (2008 y 2011)
“El lenguaje debe ser un aliado. No hay que
decir directamente lo que se quiere, sino ofrecerlo de tal manera que el lector
sienta que ha sido él quien lo ha descubierto. Hay que proporcionarle la
sensación de la revelación, sugirió
Cristian Valencia durante la charla que impartió a quienes tuvimos el
privilegio de asistir al seminario El
pulso y el alma de la crónica, en junio de 2011. Para mí, licenciado en
letras (en vez de periodista, como el resto de los participantes), escuchar ese
tipo de cosas ha generado una manera distinta de entender y asumir la palabra y
la escritura. Hasta el momento en que asistí a uno de esos talleres (lo he
hecho dos veces, la primera vez fue en 2008), me había limitado a la escritura
de reseñas, artículos y ponencias de carácter académico, un tipo de escritura donde
la fuente está conformada única y exclusivamente por el contenido
bibliográfico. Una vez culminado el primer taller, en el cual escribí una
crónica sobre el huracán Dean a partir de unas anotaciones en clave de diario
de viaje que escribí durante una estadía de varias semanas en Jamaica, el mundo
todo se me volvió un vasto universo de acontecimientos por escribir; pero
también ha ocurrido algo más: mi manera de ver la literatura cambió porque a
partir de esos talleres me he interesado más en las circunstancias que
motivaron la escritura de una obra determinada. En pocas palabras: ahora
escribo con algo más de confianza en lo que perciben cada uno de mis sentidos,
pero también lo hago con mayor conciencia de todo el esfuerzo vital que hay
contenido en una novela como Wide
Sargasso Sea, de Jean Rhys, por tan solo mencionar un texto que jamás
hubiese podido escribir de no haber asistido a los talleres patrocinados por
Cigarrera Bigott”.
Hans Graf (2009)
“Cuando
tuve la oportunidad de realizar el seminario, aprendí a desenterrar historias.
Me di cuenta de que había vivido muchas cosas que eran dignas de contar. Mi
particular crónica sobre el Centenariazo era algo que estaba entre papeles,
recuerdos y fotos, ahí muerto para mi regocijo personal, y al llegar al
seminario cobró vida. Es una crónica para la eternidad. Quedó en un libro, en
una web, en un excelente acto, en cientos de retwiteos por mi cuenta
@lavinotinto. Se cuenta la historia y cada año, hasta tanto no clasifiquemos al
Mundial, es la mejor historia para contar del fútbol venezolano. Ahora estoy
trabajando en unas crónicas que con gusto puedo compartir una vez que decida
qué hacer con ellas”.
Frank Calviño (2009)
“La
participación en El pulso y el alma de la
crónica fue una de las experiencias cruciales en mi vida profesional. Me
permitió, por vez primera, sentir que podía tener un futuro haciendo aquello
que más amo: escribir. De ese momento en adelante, y gracias en gran medida al
contacto con los expertos panelistas y con los demás compañeros, tomé el valor
que necesitaba para emprender el sendero de la literatura. Sendero en el que
avanzo con dos novelas escritas y del que ahora estoy intentando aprender la
parte comercial, que sinceramente es la más odiosa, pero que entiendo necesaria
porque no solo de letras vive el hombre. Agradezco mucho a Bigott y a todos los
que participaron en el seminario todos sus esfuerzos con este proyecto, que
considero es instrumental para dar camino a potenciales ocultos en plumas
ociosas en el diarismo agobiante (y robotizante) de la actualidad. Espero que
sigan muchos años más con esta iniciativa”.
Yngrid Rojas (2010)
“El
seminario representó para mí un reencuentro con retos profesionales como añadir
a la escritura periodística la estética de la narración. También me ayudó a
buscar temas qué escribir, a definir qué le interesa leer al otro y no solo qué
me interesa escribir. Creo que esa es la enseñanza más importante. Pensar en el
tercero y qué elementos debo tomar en cuenta para que invierta minutos de su
vida en algo que no se escribió para él específicamente”.
Pablo Luis Duarte (2010)
“Participar
en el seminario me permitió seguir incrementando mi interés por la crónica,
volviéndose una actividad que mantengo casi a diario, bien sea leyendo o
escribiendo. Además, la oportunidad de sentarme en un salón solo a escribir y
discutir la actividad de ese género hibrido me permitió vislumbrar que
realmente existe un futuro para la crónica en el continente, sobre todo al
escuchar a distintas voces noveles y expertas. Esta iniciativa siempre me ha
parecido innovadora y alimenticia para todos aquellos que nos involucramos con
la crónica”.
Ana Briceño (2011)
“En
2011 tuve la fortuna de ser seleccionada para participar en el seminario
organizado por Bigott. Allí me adentré en el género de la crónica y parte de lo
aprendido lo pude plasmar en mi contribución al libro Desvelos y Devociones.
Fue una experiencia gratísima. Este taller tiene la particularidad de que es un
ensayo constante que al final tiene sus frutos en un texto escrito por el
propio participante y publicado por Bigott. Sin lugar a dudas, es un taller que
recomiendo a todo periodista en formación. Es un honor haber participado en un
proyecto hecho con tanto cariño y excelencia”.
Jescenia Dovale Lozano (2011)
“Los
momentos realmente apasionantes dentro del ejercicio periodístico van desde la
búsqueda de la información hasta la forma como el autor relata los hechos. Como
reportera y escritora siento mayor atracción por el género de la crónica. En
busca de un mayor aprendizaje participé, en el 2011, en el seminario El pulso y
alma de la crónica, dictado por Albor Rodríguez y Alfredo Meza, una experiencia
profesional extraordinaria, en la que comprobé un inigualable encuentro entre
la literatura y la verosimilitud de los acontecimientos. Allí pude conocer las
herramientas para profundizar en un texto que, más que contar, busca contarnos;
que desde casos particulares aborda temas generales. En el taller descubrimos
que la esencia de una buena crónica está en la meticulosa reportería que hace
el periodista investigador. Consiste en preguntar y repreguntar, en ser
minucioso observador para no dejar de lado la descripción, los diálogos y los
perfiles que le dan un color necesario a la nota”.
Elvis Rodríguez (2011)
“Mi
participación en este seminario, así como la producción y publicación de mi
crónica, fue un descubrimiento al entender la infinita variedad de formas,
estilos, lenguajes que es posible utilizar para poder generar emociones
diversas en otros y comunicarnos asertivamente. Para mí escribir implica una
inmensa responsabilidad”.
Emily Avendaño (2012)
“Cuando
se trabaja en diarismo pocas veces se tiene la ocasión de contar todo lo que
quisiéramos contar. Aunque suene repetido, el tiempo y el espacio son nuestros
enemigos en los diarios, y el seminario organizado por Bigott fue la
oportunidad de ganarles una batalla. Hacer este taller me permitió tomarme todo
el tiempo necesario para escudriñar hasta el más mínimo detalle de la vida de
Ottavia y Janis Kleinbergs, durante los 40 días, con sus noches, que vivieron
en una camioneta. Eso se reflejó en mi trabajo periodístico posterior, pues
aunque siga teniendo al tiempo como enemigo, cuando estoy en la calle me dedico
a buscar detalles para que mis notas ofrezcan algo adicional a lo que ya todos
leyeron en las páginas web o redes sociales; siempre procurando que los textos
estén bien escritos y que no simplemente respondan a las 5 wh, sino que el
lector se informe y al mismo tiempo queden satisfechos porque leyeron un
trabajo de calidad”.
Leonardo Mendoza (2013)
“Participar
en el seminario te abre la mente inmediatamente hacia otros estilos narrativos,
te permite analizar y replantearte en muchos casos cómo estas escribiendo y de
qué otra manera puedes enfocar tus trabajos. En lo personal, despertó un
interés en contar las historias de una forma no convencional, con otro
lenguaje, sin miedo a involucrarme en hechos para, a través de la vivencia,
relatar algo que tenga un atractivo para la gente. Te muestra con ejemplos lo
rico y provechoso que puede ser una crónica para relatar una historia. Es
imposible salir del seminario sin el deseo de escribir una en tu lugar de
trabajo”.
Jesús Yajure (2013)
“Fue
una oportunidad muy gratificante, en términos de intentar comprender mejor de
qué va el periodismo narrativo, de apreciar la crónica como un género completo,
con posibilidades infinitas para buscar mejores historias y tener las
habilidades para poder contarlas mejor. La crónica es un género maestro y en el
taller pude reflexionar sobre el arduo trabajo de reportería que se requiere
para poder mostrar a un personaje en su estado más puro, o también desarrollar
la difícil habilidad de guiar al lector mientras transita por una escena. Uno
de los aspectos que más aprecié fue la insistencia de Alfredo Meza y Albor
Rodríguez para ayudarme, en mi caso particular, a encontrar una voz propia y
elementos que me sirvieran de argumento para que mi proyecto de crónica, tal
como lo había concebido, mereciese ser contada y que tuviera fuerza,
uniformidad (hilo conductor) y recursos. En términos generales, participar en
el taller ha sido una de las experiencias que más he disfrutado porque también
se nos recuerda que en este oficio nunca se deja de aprender”.
Laline Luna Navarro (2013)
“En el
seminario entendí que la crónica es un género periodístico que entrega a los
lectores una visión detallada de la sociedad y la vida. Allí experimenté un
antes y un después en mi carrera. Gracias a las herramientas ofrecidas por
Albor Rodríguez y Alfredo Meza, descubrí cómo nutrirme de los hechos, las
situaciones, las vivencias, las experiencias y la investigación. Redactar una
crónica es mucho más que desarrollar o practicar un género periodístico, es la
fotografía de lo que ocurre. El seminario organizado por Bigott brinda a los
periodistas la gran oportunidad de contar un hecho mucho mejor. Debido a que la
inmediatez del día a día, en un medio de comunicación, muchas veces no lo
permite. Pero es necesario como decía Gabriel García Márquez: ‘Los periodistas
debemos reservar una media hora diaria para reflexionar sobre lo que estamos
haciendo y como lo hacemos’. Las charlas y conversatorios de importantes
figuras de la comunicación y narración como Leonardo Padrón, Boris Muñoz,
Manuel Abrizo y Emilia Díaz, aportaron herramientas académicas para entender lo
maravilloso de la crónica”.
Luzmila Mejía Smith (2014)
“Creo
que el periodismo narrativo está ahí. Todos conocemos lo que implica, sus
beneficios, y aun así pocos periodistas nos arriesgamos a plasmarlo en los
impresos diarios. El seminario patrocinado por la Cigarrera Bigott me concedió
la oportunidad de despojarme de esos miedos. De convencerme de que no da lo
mismo contar la historia de cualquier manera.
Los personajes, el uso del lenguaje, el ritmo, los diálogos y una
precisa investigación son tan importantes como la historia que se va a narrar.
La prensa, y el periodismo en sí, solo
sobrevivirán en la medida que como periodistas seamos capaces de comunicar con
perspectiva teniendo como base el reporteo. El taller me permitió liberarme de
prejuicios y esforzarme por transformar el mero significado de periodismo
narrativo en el resultado del trabajo diario”.
Juan Carlos Figueroa (2010)
Todo
cambió después del seminario “El pulso y alma de la crónica”. Y no, no exagero.
Cristian Valencia, Alfredo Meza y Albor Rodríguez me ayudaron en 2010 a
reconfigurar mi percepción y expectativas sobre el periodismo. Fueron los
primeros en demostrarme cómo el periodismo narrativo podía convertirse en el
antídoto perfecto para evitar que nuestro trabajo se pierda en la
superficialidad, la rutina y el “diarismo”. Desde entonces, la mayoría de mis
proyectos los pienso en clave de crónica.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario